Y sin embargo, creo no ser el único que tengo la sensación de que hay segmentos donde las aplicaciones son cada vez menos compatibles. Pongamos un ejemplo que lo ilustre: la telefonía.
Hace apenas diez años se discutía si las comunicaciones de voz debían estar basadas en protocolos normalizados como H.323, si debían estar basadas en protocolos bien aceptados en el mundo Open como SIP o si debían basarse en protocolos propietarios de las compañías líderes como SCCP que intentaba imponer Cisco.
Avancemos esos diez años. Nos encontramos con las plataformas empresariales de voz IP de Cisco, Avaya, Microsoft,… que en general están integradas con los directorios corporativos. Pero al tiempo emergen otras cada vez más presentes, y no solo en el entorno residencial, también en el empresarial: Skype, Google Hangouts, Apple Facetime, Blackberry Messenger, Facebook Messenger, Snapchat, WeChat,…
Y si algo tienen en común todas ellas es que salvo honrosas excepciones no permiten llamadas a usuarios de otras aplicaciones. Algunas de ellas incluso solo están disponibles para un ecosistema concreto (Apple, Android, Windows o Blackberry).
La guerra no es tecnológica porque eso parece ser irrelevante. La contienda está centrada en quién gestiona la cuenta del usuario y que todo esté dentro de su ecosistema.
Esta incompatibilidad programada quizá les reporte ventajas en el corto plazo porque pueden avanzar más rápido al no tener que diseñar la interoperabilidad pero a medio plazo les puede resultar una enorme traba: ninguna de estas aplicaciones es capaz de sustituir al teléfono tradicional por muchas ventajas que tenga sobre él, que las tiene, porque ninguna de ellas garantiza la universalidad.
Esto mismo aplica a otras herramientas como el correo electrónico. Muchos quieren matarlo pero al sugerirlo no recaen en que el email aún sigue siendo la única forma telemática universal para comunicarse con TODOS los usuarios. Ni es la mejor, ni es la más rápida, ni es la más segura. Su única virtud es la universalidad.
La parte divertida es que los mismos que ahora crean el problema serán los que dentro de pocos años contarán la historia de la integración. O tal vez sea una compañía nueva la que entienda que no ser un medio universal te convierte en un medio de nicho, más grande o más pequeño, pero de nicho.
Mientras esperamos, esta falta de 'estándares' nos obliga a seguir utilizando el teléfono convencional –soportando la facturación por segundos de las operadoras- pese a que disponemos de tarifa plana en el acceso a Internet y apps capaces de sacarle chispas a esa conexión. Muy avanzado no parece...
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