- Se imprimieron cerca de trescientos cincuenta millones de papeletas (339.968.831).
- Junto con las papeletas se prepararon algo más de setenta y cinco millones de sobres (76.010.500).
- Se habilitaron más de doscientas veinte mil urnas (221.179) en algo más de veintitrés mil colegios electorales (23.082), lo que hizo necesario casi un millón de manuales de instrucciones para los miembros de las mesas (912.860).
- En torno a cien mil agentes de las diferentes Fuerzas de Seguridad fueron movilizados para garantizar la seguridad en el voto.
En total casi ciento veinticinco millones de euros (124.838.310) que, por ponerlo en perspectiva, supone casi el tres por ciento de toda la inversión del Estado en I+D para 2012.
Teniendo en cuenta todos estos datos, el coste de ir a votar fue de unos tres euros y medio por persona, que suben a más de cinco euros por persona si únicamente se tiene en cuenta a aquellos que de forma efectiva ejercieron su derecho al voto (abstención algo superior al 30%).
Está claro que el sistema no es barato y tampoco es neutral en la huella de carbono precisamente.
¿Es posible otra forma?
Son ya abundantes las referencias de países que realizan el proceso del voto de forma electrónica pero hay diferencias entre unos modelos y otros.
Algunos se basan en máquinas de votar ubicadas en los mismos colegios electorales donde antes estaban las papeletas. Este sistema mejora notablemente el proceso porque de un plumazo elimina el papel (cientos de millones de papeletas) y agiliza el recuento.
Sin embargo, toda la infraestructura necesaria para habilitar el sistema de voto (los colegios electorales, por ejemplo) y todas las restricciones del momento y el lugar (las elecciones se realizan en un día concreto e implican desplazamiento a un colegio electoral) le siguen siendo de aplicación.
¿El voto online?
La otra vía, la que probablemente tiene más futuro, pasa por Internet y las plataformas de voto online. Países como Suiza, Reino Unido, Estados Unidos, Irlanda o Estonia ya lo han puesto en marcha pese a que los críticos identifican en él tres problemas fundamentales:
- Mayor número de puntos susceptibles de alteración fraudulenta del voto
- Imposibilidad de repetir el recuento al no haber nada físico
- Mayor riesgo de fallos en la privacidad de la información
Probablemente algún devoto de lo 2.0 contestaría con un simple: si, es cierto, ¿y qué? Y algo de razón tendría porque negar lo digital a estas alturas sería tanto como no operar con el banco, ni con el supermercado, ni con las compañías de teléfono, gas o electricidad, ni con la propia Administración.
Pero también es cierto que eliminar el papel en este caso puede hacer sentirse incómodo a muchos ciudadanos.
Acercando posturas, ya hay referencias de cómo implementar un sistema donde los votos estén cifrados en origen con un certificado cuya clave privada -la que permite descifrar- esté bien custodiada (se mitiga el problema de la privacidad).
Que en el instante del voto generase un 'ticket' que el ciudadano recibiría en un SMS -o cualquier otro canal alternativo- para confirmar que se ha procesado y pueda ser verificado por el votante (se incide en el primer problema).
Y por último, donde los votos recibidos se almacenasen en un sistema de custodia digital en formato de documento no editable, incluso disociando el voto de la persona y siempre por el periodo de tiempo máximo que marque la Ley ante un posible recuento (se hace hincapié en el segundo problema).
Terminando
Tal vez pensar en una plataforma así basándola en la identificación de usuario/clave de Facebook sea banalizar demasiado el proceso (aunque esto no quita para que los mecanismos de gestión del censo tengan un margen de evolución importante) pero tampoco hay que empezar a construir desde cero.
Tenemos plataformas de certificados robustas e incluso hay mecanismos de identificación de doble canal (la banca online usa principalmente el SMS como canal de confirmación) que permiten identificar de una forma suficientemente fehaciente a la persona.
Y tenemos plataformas de custodia segura de documentos (Metaposta, por ejemplo) que podrían albergar el voto en el formato de documento elegido durante el tiempo necesario.
Tal vez la innovación sea más una cuestión de repensar el proceso que de tecnología en sí. Cuesta creer que haya que seguir imprimiendo cientos de millones de papeletas en cada ocasión.
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Manu, se te olvidan cosas como que desaparece el concepto de día electoral porque podrían hacerse durante varios días. Cambiarían bastentes cosas que ni se nos ocurren ahora mismo.
ResponderEliminarNo acabo de ver claro que aporta el que duren varios días aunque tampoco me parece mal porque posibilita cambios en el proceso. Por ejemplo, ¿y si puedes cambiar el sentido del voto las veces que quieras? ¿Cambiaría algo? Uff, eso mejor para un sociólogo. ;-)
EliminarY si a los gastos le añadimos los sueldos del secretario, presidente, etc de cada mesa electoral el coste se dispara hasta el infinito y mas allá. Se podrían reducir muy significativamente si se implementara este sistema.
ResponderEliminarPara mi la desconfianza de este sistema es mayor en el sector que aglutina a los partidos políticos que en los ciudadanos. Hablamos de avanzar en i+d, de innovacion, etc pero para algunas cosas nos hemos quedado en Atapuerca.
Borja, se supone que en los 125 millones de euros ya están incluidas las dietas de presidentes y vocales de mesa. Es así siempre que te creas las cifras oficiales (que quiero pensar que son ciertas) porque estos días he visto otras fuentes que suben la cifra de las últimas generales hasta los 180 millones. Es decir, se supone que esa cifra incluye todo excepto los gastos de campaña de cada partido.
EliminarPuede sonar un poco a conspiranoia, pero a mí lo que más me preocupa es el primer problema: "Mayor número de puntos susceptibles de alteración fraudulenta del voto". Con los tiempos que vivimos y lo que se oye por ahí, creo que prefiero el voto "en persona" aunque luego en el colegio se eliminen las papeletas. Será que soy un poco de Atapuerca ;)))
ResponderEliminar¿Y quien garantiza que la línea de comunicaciones entre la máquina de votar a pie de urna y la 'central' no está intervenida? El recurso al miedo es siempre mal consejero.
EliminarSe supone que si al momento recibes un SMS (o lo que sea siempre que sea un canal diferente de la web) con tu voto siempre puedes compararlo y decidir si es correcto o no.
Negar eso sería como pedir que nos siguieran mandando los extractos del banco en papel (mejor no que ahora los cobran), no vaya a ser que el email con el PDF se 'adultere' por el camino. ¿no?
No me refiero a los poderes públicos ni fácticos, ni a la tecnología... sino a algo mucho más prosaico como la coacción de parejas, familias, grupos, sectas ;))). Es más difícil someter en público.
EliminarInteresante post, Manu. Estoy de acuerdo con Borja en que el mayor obstáculo está en la clase política. Realmente en el sistema actual hay infinidad de agujeros de seguridad. Desde la identificación del votante por un profano en fisonomía (el presidente de la mesa por sorteo) mediante una foto que puede tener hasta 10 años de antigüedad y en la que te has podido cambiar radicalmente la imagen, hasta el conteo manual, la falta de privacidad y cantidad de otras cuestiones. Indudablemente el riesgo grande del voto electrónico está en que la adulteración se pueda producir masivamente, pero imagino que actualmente los datos también se envían telemáticamante a un centro de datos donde también tendrán un grado de vulnerabilidad. En los casos en que se ha utilizado el voto electrónico remoto no constan problemas relevantes. Sí hubo problemas graves en EEUU con las máquinas de voto electrónico presencial DIEBOLD (http://www.washingtonpost.com/wp-dyn/content/article/2010/06/02/AR2010060204509.html), que fueron trampeadas para cambiar los resultados.
ResponderEliminarNosotros estamos trabajando en esta línea y de momento hemos conseguido que el Parlamento Vasco abra un espacio de debate ciudadano ADI! en paralelo con los debates de la cámara, haciendo llegar las aportaciones a los grupos parlamentarios (que ya es algo), pero me temo que para que los políticos acepten votos electrónicos, y no digo nada de democracia directa, habrá que superar muchos obstáculos.