Las tres han visto como sus fallos y equivocaciones han sido objeto de mofa mundial a través Internet. Tal vez no sea la primera vez que ocurre pero sí ha mostrado con total crudeza la potencia de las redes sociales para castigar la imagen y el honor de cualquier persona.
Y sí, han sido las redes sociales, porque los tres fenómenos mediáticos se han iniciado en Internet antes de saltar a los medios de comunicación tradicionales.
Hablando de la reportera de Telecinco que retransmitía en directo los partidos del Mundial de Fútbol 2012 ¿quién no ha cometido nunca un fallo en el trabajo? ¿Cómo nos sentiríamos si ese fallo, grande o pequeño, fuera la mofa nacional durante días?
En el caso del Ecce Homo, la improvisada y bienintencionada restauradora era una persona de una cierta edad que a buen seguro lo ha pasado realmente mal. ¿Qué habría pasado si esta señora hubiera tenido algún problema médico severo por el estrés causado? ¿Se sentirían culpables quienes han hecho comentarios jocosos sobre ella o quienes simplemente los han re-difundido?
Y qué decir de la concejala toledana. ¿Quién no ha hecho algo en el ámbito privado que sería ruborizante si llegase a ser del dominio público?
Repite que algo queda
El daño infringido a las personas puede venir de un disparate dicho una única vez o de comentarios soeces repetidos hasta la saciedad. Teniendo eso en cuenta, un comentario muy dañino dicho una única vez en televisión o radio puede compararse con un comentario ofensivo aunque algo más banal repetido constantemente en Twitter o Facebook.
Lo fácil sería decir que la culpa es de las nuevas tecnologías pero no es así. Es la persona quien tiene la libertad de hacerse eco de la noticia y re-difundirla porque eso es el libre albedrío del que tanto presumimos los humanos. Las nuevas tecnologías son sólo el medio.
Los medios de comunicación tradicionales conocen este problema desde hace tiempo y de algún modo realizan una cierta auto-regulación (en algunos casos discutible, es verdad) que en líneas generales funciona. Pero ¿cómo conseguir una regulación endogámica cuando para ello hay que conseguir la complicidad de, potencialmente, todas las personas del planeta? Porque el medio de comunicación ahora somos los propios ciudadanos.
Al ser imposible la auto-regulación, sólo queda la regulación impuesta y en ese caso se hace muy evidente que las leyes de defensa del honor y de protección de la intimidad no están pensadas para los medios de comunicación 2.0.
El reto está en legislar (en el código penal, LOPD,...) de forma que se garanticen simultáneamente y de forma efectiva el derecho a la intimidad, el derecho al honor, la libertad de expresión y la libertad de prensa. Dejar las cosas como están es asumir que hay nuevos medios de comunicación que una vez que encuentran una víctima son verdades máquinas de matar.
Nota adicional
Sin ánimo de caer en el amarillismo, tampoco puede pasar desapercibido que los tres casos han tenido a mujeres como víctimas. ¿Casualidad? Esperemos que sí porque si se mantiene el ratio, dentro de cuatrocientos años alguien podría confundir las redes sociales con el Zugarramurdi del siglo XXI.
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