Todo sería digital, totalmente digital y los nuevos tiempos nos traerían nuevas formas de ver el mundo. Un nuevo mundo -Internet- en el que parecía que las tarjetas de crédito y el dinero tradicional no encajaban.
El dinero y el conservadurismo
El dinero no es metal, es confianza impresa*. Existen muy pocas cosas más cobardes y conservadoras que el dinero porque a las personas, por diseño genético, no les gusta el cambio y menos aún si lo que cambia es algo que incide en su situación económica y, por tanto, afecta a su bienestar presente o futuro.
Cuando Bank of America lanzó las tarjetas de crédito en la década de los sesenta los políticos e intelectuales de todo signo y condición las tildaron de poco solidas e inseguras. La BankAmericard permitía a los ciudadanos tomar prestado dinero de ganancias futuras -crédito-, al instante, en cualquier lugar del mundo y únicamente con un trozo de plástico, algo que algunos creían que llevaría al colapso financiero.
Hoy sabemos que la confianza en algo o alguien está directamente relacionado con la cantidad de oxitocina -una hormona mucho más conocida por otra de sus funciones- que nuestro cerebro es capaz de sintetizar y poner en el torrente sanguíneo. Hay experimentos que demuestran que las personas se vuelven más confiadas, incluso irracionalmente confiadas, cuando inhalan esta hormona.
A la banca le ha costado mucho tiempo, dinero y esfuerzo generar en sus clientes la suficiente oxitocina como para convencerles de que el pago mediante tarjeta de crédito era seguro. Han sido muchos años de asumir fraudes con tal de no aparecer en las portadas de los periódicos.
Y en ese contexto, la explosión de Internet se vio como una descomunal amenaza, un nuevo escenario para el que las tarjetas de crédito no estaban preparadas. Surgieron conceptos como el ciberdinero, los intentos de lanzar monedas virtuales -algo así como monedas neutras de Internet-, los métodos de pago como PayPal o más recientemente los Facebook Credits.
Pero todos ellos se han topado siempre con el mismo escollo: en un tiempo en el que el dinero no representa reservas de oro sino simplemente confianza, todos esos medios de pago encuentran que su aceptación masiva se ve frenada por su falta de seguridad. Y da igual que su falta de seguridad sea real o solo percibida, las dos apalean a la confianza que es la base del dinero.
Compañías de tecnología y financieras uniendo fuerzas
Pero por mucho chip EMV que se ponga en los plásticos, algo de cierto había en lo que nos contaban de que las tarjetas de crédito no estaban preparadas para la nueva era. Y eso lo han sabido leer muy bien algunas empresas que han corrido para tomar la iniciativa en el pago mediante NFC.
El teléfono móvil con soporte para NFC será, probablemente, la base de los medios de pago de los próximos años. Podremos (podemos ya de hecho) pagar con el móvil, simplemente acercándolo al lector y tecleando una clave en el propio teléfono. Parece que tras la cámara de fotos, la PDA, la agenda, el GPS,... el teléfono móvil va camino de canibalizar un nuevo gadget: la tarjeta de crédito.
La unión de Google, Mastercard y Citi para conformar Google Wallet ha sido la primera acción coordinada en torno a la tecnología NFC pero no será la última. Hace falta mucha tecnología e innovación en un sector que empieza a mostrar dinamismo -en este caso eso lo aporta Google- pero donde a la vez sigue siendo fundamental mantener la confianza -eso lo aportan Mastercard y Citi-. Paulatinamente irán entrando más bancos, más empresas tecnológicas e incluso compañías de telecomunicaciones. Y tras ellas -o a la vez- vendrán los merchants como Coca-Cola que ya permite el pago mediante NFC en miles de sus máquinas o Renfe que ya ha habilitado 300 tornos con NFC para el pago en billetes de Cercanías.
Basta echar un vistazo a la lista de miembros del NFC Forum (Visa, Mastercard, American Express, Microsoft, Nokia, Samsung, Sony, LG, Google, Intel, Motorola, Barclays, RIM..., por cierto, sorprende no ver a Apple) para darse cuenta de que esta tecnología ha venido para quedarse.
Con un poco de fortuna en la puesta en marcha, se trata del intento definitivo de conceptos fracasados o con escaso éxito como el monedero digital, las tarjetas para el transporte público o los dispositivos prepago de las máquinas de vending, al tiempo que potenciará la adaptación tecnológica de la tarjeta de crédito tradicional. Incluso hay quienes exploran un sinfín de nuevas posibilidades como la sustitución de las llaves (y las smartcards) para la apertura de puertas o su uso en procesos de firma electrónica. Tal vez incluso veamos cómo pasa por encima de la aberración tecnológica que supone el uso de certificados digitales de usuario.
Parece que finalmente los agoreros de la burbuja punto com tenían algo de razón. Algo si va a cambiar: no tendremos que llevar una tarjeta de crédito, bastará con el teléfono móvil. El tiempo dirá si son capaces de hacernos generar la suficiente oxitocina como para confiar en el móvil todo lo que ahora confiamos en nuestro pequeño trocito de plástico.
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* Niall Ferguson. El triunfo del dinero.
Pues sí, genéticamente está demostrado que nos cuesta aceptar los cambios, tal vez por eso mi suegra no tenga tarjetas de crédito, prefiera ir a la ventanilla a pagar los recibos y pagar todos sus gastos en efectivo. Yo soy todo lo contrario, para nada me incomoda llevar solo 20 euros en el bolsillo porque pago absolutamente todo lo que puedo con dinero de plástico.
ResponderEliminarSi quieren que el uso de esta tecnología prolifere los pagos se tendrán que realizar de una forma sencilla, sin ningún tipo de tramite mentalmente complicado, que cuando se lleve a cabo una operación genere un justificante por lo de la confianza impresa, y que transmita al menos la misma seguridad que una tarjeta de crédito.
No sé porque pero me da que me va a costar adaptarme a este cambio. Todavía sigo pensando en pesetas, y eso que desde que entro el euro han pasado ya unos cuantos años. Aquí lo dejo...
Borja, totalmente de acuerdo. Soy enemigo acérrimo de los certificados digitales de usuario por la simple razón de que su uso es tan complejo que nadie los entiende. Estoy convencido de que el 99,999% de los usuarios (no profesionales) de certificados digitales no saben como funcionan. No digo técnicamente, digo que no entienden el proceso en sí de firmar un documento o hacer login. Y si un sistema muy seguro no se comprende se convierte en enormemente vulnerable. La seguridad no está reñida con la sencillez.
ResponderEliminarPor eso mismo creo que NFC será un éxito. Todo el mundo sabe manejar el móvil y esta tecnología no exige nada más que acercar el teléfono a menos de 10cm del emisor/receptor e introducir el PIN del chip EMV (o el que sea) que hay integrado en el teléfono. Google lo ha hecho estúpidamente simple en Wallet. Es verdad, de momento solo en sus propios teléfonos pero en breve será compatible cualquiera con Android y, seguro, después vendrán Apple y Nokia/Microsoft.
Y el teléfono ha demostrado que ha arrollado a todos los gadgets que se le han puesto por delante. Todo el mundo tiene uno y es más probable que te dejes la cartera que el móvil. De hecho, la mayoría volveríamos a casa a coger el móvil pero podríamos estar todo el día sin cartera. ;-)))
Buen finde.
Muy bueno. Lo del NFC esta bien pero me ha gustado sobre todo lo de la oxitocina y la confianza. Lo acabo de mirar en wikipedia y parece que es verdad. no si va a terminar siendo verdad lo del desodorante axe. 8=)
ResponderEliminarNo sé cuanto de lo del anuncio de Axe es verdad y cuanto ficción pero seguro que algo es cierto, aunque sea muchísimo menos de lo que intentan vender. ;-)
ResponderEliminarIntento darle un toque de humor a las cosas...