De los votos, los ejércitos y la pornografía



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Uno no deja de sorprenderse con los caprichos de la empírica cuando ve que hay ciudades o incluso barrios dentro de las ciudades que tienen la capacidad de reproducir a escala microscópica un resultado electoral con un nivel de precisión increíble. Esto permite a los estudiosos de los votos predecir un resultado electoral analizando únicamente un subconjunto, tan concreto como reducido, de las papeletas.

Y si es posible algo así con una materia tan compleja y volátil como la sintonía con un determinado proyecto político, ¿es posible hacer lo mismo con las TI analizando un sector específico para luego extrapolarlo a las tendencias del mercado en su conjunto?


Las TI y los ejércitos

La I+D militar es cuatro veces superior a la de las cinco mayores empresas de TI juntas
Si hubiera que fijarse en algún sector concreto de las TI para intuir por donde irá el resto del mercado dos o tres años después, probablemente, ese sector sería el militar. La elección no es casual: más de un tercio de la inversión pública mundial en I+D se va a este sector y en países como Estados Unidos llega casi hasta el sesenta por ciento.

Por hacernos una idea, la inversión conjunta de Microsoft, IBM, Cisco, Google y HP en I+D estuvo en 2009 en torno a los 25.000 millones de dólares. Y la inversión en I+D del Departamento de Defensa de los Estados Unidos fue en el mismo año superior a los 90.000 millones de dólares.

A toda esa inversión militar debemos cosas como la propia Internet, la tecnología GPS, tecnologías biométricas, la nanotecnología, la realidad virtual o la realidad aumentada.

Y también debemos otras aparentemente mucho más mundanas como las cámaras de fotos digitales, los códigos de barras, los CDs o la energía solar. En el caso de las cámaras digitales, uno de los impulsos más importantes para su desarrollo fue que los satélites espía no tuvieran que dejar caer un carrete fotográfico con las instantáneas más recientes del enemigo cada vez que orbitaban por encima de nuestras cabezas. Parece increíble pero ese era el método en los primeros satélites espía.

Pero aún siendo enorme la innovación asociada a la tecnología militar, muchos de sus inventos se asocian con innovación disruptiva, novedades tecnológicas que provocan cambios de ciclo. Hay otro sector que con muchos menos recursos es capaz de marcar tendencias con mayor precisión: la industria de contenidos para adultos. Sin eufemismo, la pornografía.


La pornografía por Internet como referente tecnológico

Aunque parezca increíble (o no tanto) es un sector que mueve más de 3.000 dólares por segundo en ventas online y que ha marcado el camino tecnológico a seguir a multitud de empresas y sectores de TI.

Quizá el primer ejemplo sea el impulso al sistema VHS en su lucha con el Beta de Sony. La muy puritana Sony no facilitó el que su tecnología fuera utilizada por la industria de cine porno y probablemente eso fue lo que acabo desnivelando la balanza. Pero eso ocurrió en el año '88 aproximadamente y como a los nativos digitales les sonara a la prehistoria, veamos casos más recientes.


  • El mercado pornográfico fue el precursor de los números telefónicos en frontales digitales de pago (los 903...). Hoy en día son servicios utilizados de forma masiva por muchos sectores mucho más tradicionales como las cadenas de televisión o algunos servicios de soporte y atención al usuario.

La industria del porno online mueve más de 3.000 dólares por segundo.

Es capaz de predecir tendencias tecnológicas en Internet con varios años de antelación.
  • A nadie le sorprende ya hablar de chats, comunicaciones unificadas,... pero fue la pornografía online la primera que ideó mecanismos para que la comunicación fuera bidireccional desde la web. Y lo mismo con la video-conferencia, incluso de uno a n. Es más, algunas webs porno podrían considerarse como una etapa temprana de las redes sociales ya que buscaban expresamente la creación de comunidades.

  • Las webs porno utilizaban el vídeo en la web mucho antes de que YouTube fuera un fenómeno de masas. La mayor parte de los periódicos online comienzan a incrustar en sus webs vídeos en lugar de imágenes, siguiendo la misma transición que la industria porno hizo al menos ocho o diez años antes.

  • Esta utilización del vídeo de forma masiva tuvo mucho que ver con las fuertes inversiones de las telcos en aumentos de ancho de banda de Internet. Probablemente, ese impacto es ahora menor por la enorme irrupción de YouTube.

  • La pornografía por Internet lleva muchos años utilizando la geolocalización de direcciones IP como medio de segmentación. Hoy en día es un sector emergente en la publicidad, en los servicios altamente personalizados o en la detección de fraude en el comercio electrónico y la banca online.

  • El sector de contenidos para adultos por Internet ha mostrado el camino a las empresas 'tradicionales' que no sepan adaptarse a la nueva era digital. Un líder de mercado indiscutible como PlayBoy, con una potentísima maquinaria editorial, ha sucumbido ante sus nuevos y dispersos contrincantes digitales.

  • ¿Hay algún sector con más experiencia en el comercio electrónico? Si la respuesta no es afirmativa habrá que seguir con detalle las tendencias de esta industria porque a buen seguro marcarán el referente tecnológico de los años siguientes.

Tal vez el futuro de este sector pase por una televisión 3D, una XBox y Kinect. Que cada cual imagine lo que quiera, aunque creo que en esto, como en otras muchas cosas, el factor presencial seguirá siendo muy importante. En todo caso, es seguro que incorporarán innovaciones tecnológicas que al principio nos parecerán un tanto extrañas pero que poco a poco irán calando hasta llegar al momento en el que las empresas más tradicionales les encuentren encaje (aunque lo parezca, prometo que no he intentado ningún juego de palabras). Comentarios...

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Nota: nada de lo aquí expuesto debe usarse como justificación si súbitamente aparecemos en el top ten del log de usuarios corporativos con más visitas a páginas con contenido no deseado. Este tipo de investigaciones hay que traerlas de casa. ;-))


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Hacia una ciudad amable



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'El 19 fue el siglo de los imperios, el 20 es de los estado-nación y el 21 será el siglo de las ciudades'. Wellington E. Webb, alcalde de Denver entre 1991 y 2003.

No iba demasiado desencaminado el señor Webb a juzgar por la imagen nocturna de Europa que nos ofrece Google Earth.

En ella podemos ver puntos de luz intensa que rápidamente se asocian a grandes urbes. Pero también pueden apreciarse grandes zonas oscuras, símbolo de regiones que comienzan a sufrir una fuerte e intensa recesión en cuanto a número de habitantes se refiere.

Y las proyecciones de Naciones Unidas no dejan lugar a dudas, las ciudades van a seguir ganando población (y por tanto territorio) de forma constante, tanto que en el año 2050 en algunos continentes las ciudades llegarán a superar el 90% de la población total. En términos absolutos, la población en áreas urbanas pasará de 3.300 millones en 2007 a 6.400 millones de personas en 2050.

Más datos. Un estudio reciente pone de manifiesto que los fallos en los sistemas de distribución de agua y su uso indebido provocan pérdidas económicas a las ciudades superiores a los 14.000 millones de dólares a nivel mundial.

Respecto al tráfico, se estima que los conductores estadounidenses pasan el equivalente de cinco días al año al volante (equivale a 3.700 millones de horas al año en su conjunto) y consumen un total de 9.000 millones de litros de carburante.
A Europa no le va mejor. La congestión de las ciudades (carburante, horas de trabajo pérdidas,...) le cuesta la Unión Europea más del 1 por ciento de su PIB, o sea, 100.000 millones de euros al año.
Y todo esto es aplicable casi en exclusiva a las ciudades ya que las estimaciones apuntan a que son responsables de más del 75 por ciento del consumo de energía y del 80 por ciento de las emisiones de gases de efecto invernadero.

De continuar con el actual modelo de ciudades, los consumos energéticos llegarían a ser desproporcionados, la polución y la generación de residuos sólidos urbanos insostenibles y, en general, las urbes se convertirían en un lugar económica y socialmente poco recomendable para la vida humana.

Es ese el contexto en el que comienza a despegar el concepto de Smart City, como ciudades amables en el ámbito de la innovación tecnológica, social, ecológica y económica, todo ello relacionado directamente con los ciudadanos, el tejido industrial y la administración.

Centrándonos en la innovación tecnológica, las grandes compañías de TI ya empiezan a tomar posiciones y así tenemos a IBM con Smarter Cities u Oracle con SmartCity. Telcos como Telefónica, perdón Movistar, se están posicionando también en este nuevo segmento.

El secreto parece ser la información online y masiva

La base del éxito del concepto de Smart City parece radicar en información online y en grandes proporciones: colocar sensores de todo tipo y de forma ubicua que notifiquen cualquier cambio de estado de manera que se puedan tomar las decisiones más inteligentes en cada momento.

Se prevé que el número total de dispositivos conectados tenga un crecimiento exponencial en los próximos años, llegando a los 50.000 millones de elementos en el año 2020. Esta cifra no incluye PCs, dispositivos de mano ni en general nada utilizado por seres humanos. Este Internet de las cosas (IoT) hace referencia únicamente a dispositivos realizando comunicación máquina a máquina (m2m).

Parece que finalmente la predicción de Negroponte respecto a que hasta las Barbies estarían conectadas a Internet acabará siendo cierta aunque con diez años de retraso.

Habrá sensores conectados a Internet para medir el paso de vehículos y personas, analizar la humedad del aire, la humedad de una zona ajardinada, la polución, el porcentaje de gramíneas en el aire, el consumo energético de cada punto de electricidad, semáforos inteligentes, marquesinas de autobús informatizadas... y cosas que ahora ni tan siquiera somos capaces de imaginar. También habrá sensores más dirigidos a otros campos como la salud, de forma que se pueda medir en remoto el porcentaje de azúcar en sangre, la presión arterial, el ritmo cardíaco o cualquier otro indicador, muy útiles, por ejemplo, en el caso de personas mayores que viven solas.

El Internet de las cosas adaptado a la ciudad

No habrá que esperar mucho para ver sistemas de tráfico inteligentes en los que los transportes públicos tendrán siempre los semáforos en verde a su paso o para ver como los propios semáforos autoregulan sus fases de paso de cada cruce en función del estado del tráfico global de la ciudad, de si llueve o no, de si es víspera de vacaciones o de si en los siguientes cinco minutos va a terminar un evento multitudinario que provocará un aluvión de personas en los pasos de cebra. Y el semáforo no se regulará porque tiene un patrón predefinido sino porque será capaz de adaptarse a la realidad cambiante.

Habrá que convertir en dispositivos IP los semáforos, disponer de una tupida red de cámaras digitales que analicen -ellas solas- el movimiento de personas y vehículos, geoposicionar en tiempo real cada unidad de transporte público y muchas otras cosas, pero lo importante es que toda la tecnología está ya ahí.

Tampoco es descabellado pensar en sistemas de iluminación urbana o riego de jardines que se activen únicamente si es necesario tras analizar en tiempo real la luminosidad del ambiente o la humedad del suelo y la previsión meteorológica para las próximas horas. O contenedores de basura que están hasta el máximo de carga y exigen una rápida sustitución o vaciado. O sistemas de alertas integrados en las redes sociales que informan sobre el estado del aire o sobre el riesgo para las personas alérgicas al polen.

Y tampoco es una locura pensar que las personas mayores o enfermos crónicos que vivan solos estén transmitiendo información sobre su estado de salud a su hospital más cercano. Habrá que aderezar todo esto con la lógica protección a la intimidad (y no sobrepasarla) pero soluciones como estas tienen toda la lógica del mundo en un entorno en el que sus ciudadanos envejecen de forma lenta pero constante.

En definitiva, se trata de recibir la mayor cantidad de información posible para analizar los patrones que rigen la ciudad y finalmente tomar decisiones inteligentes que permitan optimizar la productividad de las personas y de los medios materiales de las administraciones, mejorar la salud, la sostenibilidad o cualquier otro aspecto que redunde en el bienestar de sus ciudadanos.

Se terminant

Tengo un colega que asegura que se empadronará en la nube tan pronto como el marco legal se lo permita. En su caso lo entiendo porque vive en una ciudad con una deuda superior a los 7.000 millones de euros (prometo que no es por meter el dedo en el ojo) pero creo que todo apunta a que el resto viviremos en un lugar un poco menos húmedo y esperemos que más amable.

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Nota: aunque la traducción correcta de Smart City sería Ciudad Inteligente, me parece mucho más acertada la idea de Ciudad Amable como aquella que busca, mediante la tecnología en este caso, conseguir adecuar la ciudad a una escala humana.

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Los SMS y las faltas de ortografía



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Faltas de ortografía en los SMS
Hace unos días tuve una divertida sobremesa con varios colegas de profesión en la que eran mayoría los que pensaban que los micro-teclados de los teléfonos, el chat, los SMS,... tenían una gran parte de culpa en la, según ellos, cada vez peor calidad en la escritura.

Dado que estaba en el bando minoritario y haciendo bandera de la causa perdida, he estado recopilando información que intenta demostrar la no existencia de relación causa-efecto entre una mala ortografía y el uso puntual o masivo de nuevas tecnologías.

Faltas de ortografía
Antes de nada, decir que no se trata de relacionar las faltas de ortografía masivas (como las de la imagen adjunta) con las nuevas tecnologías, sino relacionar la baja calidad de la escritura con la utilización indiscriminada de acrónimos, siglas, no utilización de signos de puntuación, eliminación de letras innecesarias, etc. Es decir, no se trata de relacionar la tecnología con faltas de ortografía tipo cavallo o exhuberante sino con escribir PTI, tkm, no escribir acentos, eliminar las 'h' o no escribir la apertura de la interrogación.

Veamos quien tiene razón.


Nuevo medio, nuevo modo de comunicarse

Básicamente escribimos por dos razones. La primera es dejar constancia de los hechos que han ocurrido; simplemente documentamos algo para que posteriormente alguien, simplemente leyendo, pueda reconstruir la realidad. Pero hay una segunda razón que probablemente es una variante de la primera: entablar un diálogo (cartearse) con alguien que está suficientemente lejos (en tiempo o lugar) como para hacer eso mismo de forma oral, es decir, para hablar.

Pensemos ahora en qué es un SMS. Es un mensaje escrito enviado a alguien que probablemente está lejos pero que la tecnología ha acercado. Tiene todas las cualidades de un mensaje escrito más una adicional: la inmediatez (en tiempo y lugar) permite que le sean de aplicación todas las características de un diálogo oral, además de las del escrito.

Lenguaje corporal
Es decir, escribir un SMS no es realmente escribir, es hablar con un teclado.

Escribir un SMS o mantener una conversación en un chat se realiza físicamente con un teclado pero la inmediatez que proporciona la tecnología hacen que realmente se parezca más a una conversación oral que a un intercambio de textos escritos.

Primer argumento: no hay causa-efecto entre escribir mal y los SMS porque lo que se hace al enviar un SMS no es estrictamente escribir.


Los acrónimos son necesarios

Al escribir normalmente tenemos tiempo para pensar y repensar las frases, escribirlas una y otra vez hasta que quedan a nuestro gusto. Pero cuando se trata de hablar prima la inmediatez. Por tanto, la utilización de acrónimos, la eliminación de la 'h', la sustitución de 'por' por 'x', o cosas similares no son más que mecanismos que intenta paliar la necesaria inmediatez frente a las carencias y dificultades que los tecnólogos le han puesto a la comunicación. Bien pensado, un teclado es una forma bastante burda, lenta y torpe de introducir información a un sistema si se compara con la comunicación verbal y más aún con la no verbal.

Segundo argumento: la culpa de que usen acrónimos, quiten letras innecesarias o no utilicen acentos no es de los usuarios sino de quienes no saben poner a su disposición mejores mecanismos de entrada y salida de información. Por tanto, es un problema temporal: tan pronto como los ordenadores utilicen interfaces de entrada mejorados, por ejemplo la voz, los acrónimos, simplemente, dejarán de tener sentido.


La escritura no tiene sentimientos

Nadie escribe como habla. En la escritura normalmente las cosas son mucho más frías y distantes porque no hay sentimiento, no hay comunicación no-verbal. ¿Quién no ha tenido nunca un problema por un email bien intencionado pero mal interpretado?

Lenguaje de gestos
Sin embargo, mantener un diálogo mediante mensajería instantánea requiere necesariamente poder expresar sentimientos porque básicamente se trata de comunicación oral (hablada aunque escrita con teclado) que no tiene acceso a la comunicación no verbal. De ahí que se usen tanto los emoticonos tipo ;-)  :-/  :-( ... para complementar las unidades de información que faltan.

Tercer argumento: la necesidad de introducir símbolos para representar sentimientos es una deficiencia en el canal de comunicación, que no da acceso al timbre de la voz, la imagen, la posición del cuerpo,..., más que una forma snob de escribir. Es también temporal y desaparecerá cuando el canal de comunicación mejore.


Y el último

La mayor parte de las personas hablamos bastante peor de lo que escribimos, ¿no habría razones para pensar que también podemos hablar mal con un teclado y no por ello escribir mal cuando el medio se vuelve más tradicional?

Lo que ocurre en el fondo es que el canal de comunicación que se da en los SMS o en un chat es muy diferente a la escritura tradicional. Y este nuevo canal tiene sus propias reglas. Pero de ahí a pensar que escribir con las reglas de ese nuevo canal altera o perjudica la forma de escribir en general hay un abismo.

¡Ah! Y tampoco pienso que los 'jóvenes de antes' escribían mejor, aunque solo sea por no entrar en el club de los que piensan que cualquier tiempo pasado fue mejor (antesala de la vejez), aunque reconozco que estoy a medio camino de creer en la imagen adjunta...

Profesores de antes y de ahora


Ahí lo dejo para la reflexión.

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De un canal a infinitos canales



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No hay que retroceder demasiado en el tiempo para llegar al momento en el que las empresas veían la web como un nuevo y revolucionario canal en el que poder interactuar con sus proveedores y, sobre todo, con sus clientes.

Justo un paso antes, de lo que hace probablemente menos de dos décadas, las empresas tenían a su alcance los canales tradicionales de promoción comercial (agentes, prensa escrita, radio, trípticos,...) o los modernos medios audiovisuales como la televisión.

Los departamentos de marketing encargaban a una agencia de publicidad la creación de una campaña y ésta, una vez recogidas las ideas básicas a transmitir, la diseñaba y la ponía en marcha.

Telefónica, anuncio del año 1996
Más allá de la idea, en general todo el trabajo era realizado por la empresa de publicidad, desde el diseño de los contenidos, la adecuación a cada canal (prensa, radio o televisión), la contratación de espacios, etc.

La empresa únicamente tenía que tener claros los conceptos a transmitir, contratar la campaña y evaluar los resultados de la misma para medir su impacto.

Nota al margen: resulta divertido ver que no hace ni quince años Telefónica publicitaba las llamadas metropolitanas a bajo coste desde un teléfono fijo, un negocio que hoy es con casi total seguridad absolutamente residual en la cuenta de resultados de las operadoras.

Esta forma de gestionar la presencia en los medios fue también la tónica general en los primeros años de vida del canal web.

Multitud de canales

Las cosas han cambiado un poquito. Parece que nos adentramos en la era post-web; la web ya no es el canal o, al menos, ya no es el único canal. Las empresas tienen que hacer un esfuerzo tecnológico mucho mayor creando contenidos específicos para la web, mantener una actividad importante en Twitter, un adecuado perfil de empresa en Linkedin, mantener un óptimo PageRank en Google, crear campañas dirigidas desde Facebook, diseñar una aplicación para iPhone, otra para iPad, otra para Android, mantener foros de discusión, publicar un blog, un canal de vídeo en YouTube, un newsletter,...

Hemos pasado de un canal (la web) donde estaba todo a infinidad de canales. Parece una nueva iteración del ciclo centralizado-distribuido y todo apunta a que estamos en el punto de 'todo debe estar distribuido', lo que supone un enorme esfuerzo económico para las empresas que quieren estar presentes en todos los canales.

Porque estar en todos esos canales supone mantenerlos actualizados de forma simultánea y lo que podían ser ciclos de cambio aceptables en la web ya no lo son en los nuevos canales. No es descabellado pensar que se puede mantener una web actualizando contenidos una o dos veces por semana, pero esos ciclos ya no valen en Twitter o Facebook donde hay que estar actualizando contenidos ¡casi cada minuto!

En el anterior modelo gran parte del trabajo era realizado por empresas de publicidad pero, a diferencia de la televisión o incluso la web, la presencia en los nuevos canales exige necesariamente bidireccionalidad. Y esa bidireccionalidad provoca que en gran parte deba ser personal de las propias empresas quienes mantengan actualizado el canal, esos que ahora parecen haber sido bautizados como Community Managers.

Hace unos meses Wired publicaba un artículo con el sugerente título de The Web Is Dead. Long Life The Internet. Quizá un poco radical pero parece claro que gestionar la web es muy diferente a gestionar contenidos y tecnologías para TwitterFacebook, YouTube o iPhone y el reto tecnológico para los próximos años pasa por crear herramientas que permitan gestionar todos esos canales de una forma única y con una visión de conjunto. O sea, volver al modo centralizado.

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