Erase una vez un centro comercial cualquiera a las afueras de una ciudad cualquiera, un día cualquiera y a una hora cualquiera. A la salida del centro, justo antes de llegar a los aparcamientos, un nutrido grupo de directivos de CocaCola al alimón con los de Pepsi, aguardaban apostados tras unos setos a los despistados clientes que habían osado comprar bebidas refrescantes de cola de marca blanca.
Cada vez que detectaban a uno de estos incautos clientes le abordaban e increpaban haciéndole saber que el fabricante de esa bebida de marca blanca no había invertido ni un euro en la investigación y desarrollo del producto. Tras ello, le obligaban a pagar una comisión en función del precio de venta de la bebida o bien sería forzado a beber su bebida refrescante de cola de marca blanca mezclada con una abundante dosis de vinagre.
[Modo dejemos de imaginar On]
¿A alguien le cabe la más mínima duda de que ninguno de esos clientes volverá a comprar producto alguno de CocaCola o Pepsi? Probablemente, muchos de ellos preferirán pasar sed o beber un jarabe antimucolítico antes de hacer que uno solo de sus euros vaya a parar a los bolsillos de los directivos de esas marcas.
Está bien, es cierto, no son cosas comparables en sentido estricto. En un caso se trata de hechos delictivos (piratear contenidos digitales) y en el otro solo copiar productos establecidos mediante marcas blancas. Pero lo cierto es que lo único que los diferencia es que el primer caso está castigado por la ley y el segundo, en ocasiones, no. Y no es que la ley sea algo banal, es simplemente que la regulación legal es variable y se demuestra porque no ha sido igual en cualquier momento del tiempo ni lo es en función del país en el que se produzca el hecho. Muy en el fondo, en ambos casos se trata de que un tercero hace uso del desarrollo de producto de su creador sin autorización expresa obteniendo un beneficio de ello.
Da igual si SGAE, CEDRO, VEGAP, DAMA o cualquier otra sociedad de gestión de derechos tiene razón o no protegiendo sus creaciones. No es viable que sigan tratando a sus potenciales clientes como potenciales delincuentes, porque llegará el día en que se den cuenta de que se han quedado sin eso, sin clientes. No serán ni tan siquiera potenciales.
No es lógico que sigan persiguiendo a sus clientes con cánones indiscriminados e incluso amenazando -como ya ocurre en otros países como Francia- con cortar el acceso a Internet a quien descargue contenidos protegidos por derechos de autor. Muchos de sus clientes pertenecen a la generación Y (nacidos entre 1982 y 1992) o son nativos digitales (1993-2004) y una de sus características fundamentales es que pasan al menos 20 horas semanales en Internet. Para ellos no disponer de Internet es lo más parecido a estar encarcelados.
Propiciar que tus potenciales clientes sientan que están presos por tu culpa, independiente de quien tiene razón, es un comportamiento propio de organizaciones empresarial y económicamente muy poco inteligentes. Porque si fueran un poco inteligentes podrían convertir una amenaza, por ejemplo las redes de intercambio P2P, en una oportunidad. Bien utilizada, una red P2P es una forma de publicitar y vender con una capacidad de llegada como ningún otra.
El ancla
Pero entonces, ¿qué pueden hacer las sociedades de gestión de derechos de autor?
Los economistas hablan del ancla como el sistema de referencia innato de los consumidores que les permite determinar en una fracción de segundo si un producto es caro o barato. El consumidor compara instintivamente el precio del producto con el ancla (precio de referencia) y determina sobre la marcha si el precio es acorde a lo esperado o no.
Para desgracia de las sociedades de gestión de derechos, la piratería ha dejado el ancla en valores muy bajos. Demasiado bajos para ellos. Estas sociedades intentan imponer un nuevo ancla por la fuerza pero lo que no saben es que todos los estudiosos en la materia aseguran que el ancla es tremendamente difícil de variar, y más si es al alza. Una vez que se ubica ya no cambia. Eso es algo sobre lo que, le guste o no a la SGAE, ya no puede influir.
Por tanto, para conseguir que sus asociados sigan ganando dinero deben influir sobre los costes de fabricación en sentido amplio. El siguiente gráfico muestra el reparto de beneficios aproximado de la venta de un CD musical.
Se observa que la mayor parte de los ingresos de la venta de un contenido digital se lo reparten entre el punto de venta y la firma discográfica. El dueño de los derechos de autor se lleva un importe pírrico, inferior al 5%. Y aquí es donde entra en escena Internet.
Internet es, sin duda, el mayor des-intermediador jamás inventado por el ser humano. Es capaz de fulminar a los intermediarios que no aportan valor a la cadena con una facilidad y rapidez increíble y es ahí donde deberían incidir las asociaciones de gestión de derechos digitales para mantener vivo su negocio.
El siguiente gráfico muestra a las claras como Internet es capaz de eliminar de un plumazo gran parte de los costes del modelo actual de producción de medios digitales bien sean juegos, películas, música, fotos, libros,...
Todos los costes de distribución, producción, promoción, marketing, punto de venta pueden ser prácticamente suprimidos o reducidos a su mínima expresión. Y eliminando todos esos costes se puede cumplir la ecuación necesaria para que el autor gane dinero sin superar el ancla de referencia que se ha creado en este mercado.
La SGAE y el resto de sociedades de gestión de derechos digitales parece que aún no se han dado cuenta de ello y siguen manteniendo a sus asociados en la era Pre-Internet, como esclavos de las casas discográficas, las editoriales, las productoras,... Y no se dan cuenta de que hay otros más avezados como Apple con su iTunes, Microsoft con Zune o Google con Google Music que comienzan a vender sin muchos de sus costes de producción.
Tan pronto como los autores se den cuenta de que están defendiendo un modelo que no es precisamente a ellos a quien más beneficia, me temo que muchas de estas sociedades de gestión se quedarán sin asociados. Y hay que recordar que tampoco tienen ya muchos amigos entre los clientes.
C'est fini
Lo más importante es entender que la SGAE se equivoca con su estrategia. Da igual si tiene razón o no; lo importante es que con esa forma de hacer se dirige directa al abismo. Internet abre la puerta a un nuevo modelo en el que los costes de fabricación se acortan de tal modo que la piratería simplemente no existe, por el mero hecho de que no hay grandes márgenes entre el precio del producto legal y el precio del producto pirata. Y esa reducción de márgenes no se hace sobre los ingresos del autor sino sobre los costes de los intermediarios. Esta es la base del exitoso modelo de negocio de la Apple Store: precios muy bajos y sin intermediarios.
Las sociedades de gestión de derechos son probablemente las asociaciones más odiadas. De hecho, en el caso de la SGAE es probable que solo sea superada por el sindicato de controladores aéreos. ¿De verdad quieren ser eso? Si es así, adelante, van por buen camino.
Houston, Houston, we have a problem. Si hay alguien de McKinsey, Accenture, Price, Deloitte o similar que nos escuche, por favor, que le vendan un plan de negocio (y viabilidad) a la SGAE. Ella aún no lo sabe pero lo necesita. Y los demás seremos mucho más felices sin tanto canon ni tanta ley regulando lo irregulable.
www.tonsofit.com
Da igual si SGAE, CEDRO, VEGAP, DAMA o cualquier otra sociedad de gestión de derechos tiene razón o no protegiendo sus creaciones. No es viable que sigan tratando a sus potenciales clientes como potenciales delincuentes, porque llegará el día en que se den cuenta de que se han quedado sin eso, sin clientes. No serán ni tan siquiera potenciales.
No es lógico que sigan persiguiendo a sus clientes con cánones indiscriminados e incluso amenazando -como ya ocurre en otros países como Francia- con cortar el acceso a Internet a quien descargue contenidos protegidos por derechos de autor. Muchos de sus clientes pertenecen a la generación Y (nacidos entre 1982 y 1992) o son nativos digitales (1993-2004) y una de sus características fundamentales es que pasan al menos 20 horas semanales en Internet. Para ellos no disponer de Internet es lo más parecido a estar encarcelados.
Propiciar que tus potenciales clientes sientan que están presos por tu culpa, independiente de quien tiene razón, es un comportamiento propio de organizaciones empresarial y económicamente muy poco inteligentes. Porque si fueran un poco inteligentes podrían convertir una amenaza, por ejemplo las redes de intercambio P2P, en una oportunidad. Bien utilizada, una red P2P es una forma de publicitar y vender con una capacidad de llegada como ningún otra.
El ancla
Pero entonces, ¿qué pueden hacer las sociedades de gestión de derechos de autor?
Los economistas hablan del ancla como el sistema de referencia innato de los consumidores que les permite determinar en una fracción de segundo si un producto es caro o barato. El consumidor compara instintivamente el precio del producto con el ancla (precio de referencia) y determina sobre la marcha si el precio es acorde a lo esperado o no.
Para desgracia de las sociedades de gestión de derechos, la piratería ha dejado el ancla en valores muy bajos. Demasiado bajos para ellos. Estas sociedades intentan imponer un nuevo ancla por la fuerza pero lo que no saben es que todos los estudiosos en la materia aseguran que el ancla es tremendamente difícil de variar, y más si es al alza. Una vez que se ubica ya no cambia. Eso es algo sobre lo que, le guste o no a la SGAE, ya no puede influir.
Por tanto, para conseguir que sus asociados sigan ganando dinero deben influir sobre los costes de fabricación en sentido amplio. El siguiente gráfico muestra el reparto de beneficios aproximado de la venta de un CD musical.
Se observa que la mayor parte de los ingresos de la venta de un contenido digital se lo reparten entre el punto de venta y la firma discográfica. El dueño de los derechos de autor se lleva un importe pírrico, inferior al 5%. Y aquí es donde entra en escena Internet.
Internet es, sin duda, el mayor des-intermediador jamás inventado por el ser humano. Es capaz de fulminar a los intermediarios que no aportan valor a la cadena con una facilidad y rapidez increíble y es ahí donde deberían incidir las asociaciones de gestión de derechos digitales para mantener vivo su negocio.
El siguiente gráfico muestra a las claras como Internet es capaz de eliminar de un plumazo gran parte de los costes del modelo actual de producción de medios digitales bien sean juegos, películas, música, fotos, libros,...
Fuente: 222 claves para hacer Negocios en Internet |
La SGAE y el resto de sociedades de gestión de derechos digitales parece que aún no se han dado cuenta de ello y siguen manteniendo a sus asociados en la era Pre-Internet, como esclavos de las casas discográficas, las editoriales, las productoras,... Y no se dan cuenta de que hay otros más avezados como Apple con su iTunes, Microsoft con Zune o Google con Google Music que comienzan a vender sin muchos de sus costes de producción.
Tan pronto como los autores se den cuenta de que están defendiendo un modelo que no es precisamente a ellos a quien más beneficia, me temo que muchas de estas sociedades de gestión se quedarán sin asociados. Y hay que recordar que tampoco tienen ya muchos amigos entre los clientes.
C'est fini
Lo más importante es entender que la SGAE se equivoca con su estrategia. Da igual si tiene razón o no; lo importante es que con esa forma de hacer se dirige directa al abismo. Internet abre la puerta a un nuevo modelo en el que los costes de fabricación se acortan de tal modo que la piratería simplemente no existe, por el mero hecho de que no hay grandes márgenes entre el precio del producto legal y el precio del producto pirata. Y esa reducción de márgenes no se hace sobre los ingresos del autor sino sobre los costes de los intermediarios. Esta es la base del exitoso modelo de negocio de la Apple Store: precios muy bajos y sin intermediarios.
Las sociedades de gestión de derechos son probablemente las asociaciones más odiadas. De hecho, en el caso de la SGAE es probable que solo sea superada por el sindicato de controladores aéreos. ¿De verdad quieren ser eso? Si es así, adelante, van por buen camino.
Houston, Houston, we have a problem. Si hay alguien de McKinsey, Accenture, Price, Deloitte o similar que nos escuche, por favor, que le vendan un plan de negocio (y viabilidad) a la SGAE. Ella aún no lo sabe pero lo necesita. Y los demás seremos mucho más felices sin tanto canon ni tanta ley regulando lo irregulable.
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Si no puedes con tú enemigo únete a él...
ResponderEliminarR L
Es otra forma de verlo. Yo prefiero pensar que las sociedades de gestión de derechos de autor siguen viendo sus negocios como analógicos cuando hace ya mucho tiempo que son digitales.
ResponderEliminarViendo el porcentaje que se lleva cada uno, realmente protegen más los derechos de los productores, promotores, puntos de venta,... que los de sus propios asociados. Si hasta el Gobierno ingresa más por el IVA de la venta que el propio autor por las canciones.
Cuando se caigan del guindo tal vez sea demasiado tarde!!!
Ya es demasiado tarde. El modelo que persigue la SGAE esta caduco y la respuesta de la comunidad de internet ha sido masiva y clara. Si la ministra y ellos no se han enterado es porque no quieren oírlo. Están prolongando la situación a base de mantener el enfrentamiento del que salen beneficiados. O se llega a un acuerdo o alguien inventará algún sistema que permita saltar una vez mas el bloqueo. Un ejemplo: 4 entradas de cine a 8 euros=32, 2 paquetes de palomitas y 2 cocacolas compartidas 14 euros, total 46 euros por una película que quizá no te guste. En mi opinión esta cifra no se corresponde con los sueldos del país, porque no nos engañemos, ya cuesta llegar a ser mileurista.
ResponderEliminarTienes razón con que gestionan sus negocios como analógicos, no solo tiene que cambiar el modelo, sino también las personas, aunque siempre quedaran los nostálgicos.
Yo creo que el mayor problema va a llegar cuando una medida sea tan puñ**era que haga que los usuarios dejen de contratar conexiones de más de 2 MB, en ese momento, cuando sea un problema entre operadoras y derechos de autor. Será entonces cuando cambien el modelo, para estrujar a los usuarios de otra manera. Será bonito ver que se les ocurre cuando dejen de considerar a todo ser viviente como un cliente obligado y ya de paso como un delincuente. Es gracioso que piensen que todas las descargas de contenido multimedia protegido, hubieran sido ventas en "otras circunstancias", en fin.
ResponderEliminarSaludetes Manu
Como dijo una estilista en TV3 el otro día: "yo también soy artista, pero mi arte deja de pertenecerme en cuanto la clienta sale por la puerta, ya que pasará a ser público y copiable; pero al mismo tiempo esa publicidad revertirá en que mas clientes vengan a la pelu".
ResponderEliminarElla es consciente de lo que la SGAE no quiere ver...
¡Bravo por la estilista! Que pena que personas a las que se les supone formación no tengan ni por asomo la misma capacidad de razonar y entender la situación en la que se encuentran.
ResponderEliminarAyer el ya exdirector de la Academia de Cine lo dijo alto y claro: Internet es la salvación de nuestro cine y no el problema. Pero me temo que predicaba en el desierto. ¡Peor para ellos!
http://www.elpais.com/articulo/cultura/Alex/Iglesia/Internet/salvacion/cine/elpepucul/20110213elpepucul_10/Tes